martes, 1 de marzo de 2016

¿Otto?

¡Hola de nuevo!
Tanto tiempo sin publicar aquí.
El día de hoy les hablaré sobre una película que recientemente vi y la verdad es un poco confusa (o al menos así lo considero yo), sin embargo, te hace reflexionar sobre el amor hacia la vida humana y el sacrificio de la inmortalidad por el querer vivir.
Es de 1993 y fue dirigida por el alemán Wim Wenders; se hablan diferentes lenguas en la película así como francés, inglés y alemán. Así es, hablo de la película ¡Tan lejos, tan cerca!, que trata de Cassiel (Otto Sander), un ángel que observa las vidas de la gente en la recientemente unificada Berlín junto a Raphaella (Nastassja Kinski), pero no pueden intervenir en ellas. Damiel (Bruno Ganz), antiguo compañero de Cassiel que optó por convertirse en humano en la primera película para saber cómo sienten y perciben el mundo las personas, ahora vive felizmente como chef de una pizzería junto a la mujer que amaba y con la que se casó (Solveig Dommartin). Cassiel viola la prohibición de intervenir en las vidas humanas al salvar a una niña que cae del balcón de un bloque de apartamentos, y como consecuencia se convierte en humano.
Como leyeron anteriormente, ¡Tan lejos, tan cerca! es una secuela de El cielo sobre Berlín de 1987, les recomiendo mucho esta película y, cuando vea El cielo sobre Berlín, les contaré sobre ésta; creo yo que es más interesante ver las segundas partes para poder enlazar con la primera y sorprenderte al doble.



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